ENCONTRAR UNA AVENTURA HOY EN DIA ES TODO UN DESAFIO EN SI
Casi todos los rincones del planeta están explorados. Para cualquier lugar que quieras ir encontrarás una agencia de viajes que te ofrezca un paquete con mayor o menor comodidades, no importa cuán lejos esté, qué hostil clima, o cuán fino aire esconda bellezas reservadas para unos pocos.
Hoy todo lo que hace falta es apuntar con nuestro cursor al carrito de compras que hay al lado del formulario y listo, nuestra aventura será llegar con todo nuestro equipaje y que no nos roben en el camino o que la aerolínea no decida mandar nuestras maletas al otro lado del mundo. En el confort de nuestros asientos y viendo los últimos estrenos de cine, contemplamos sin darle mucha importancia, como la nave que nos transporta pasa fácilmente por sobre Brasil, El desierto del Sahara, la península Arábica para luego aterrizar en el sudeste asiático.
Pienso en los aventureros de hace unos cincuenta años atrás, que se debían ejercitar sobre las cubiertas de los barcos y soportar las penurias de la vida en el mar por casi un mes. No digo que me gustaría pasar por esos mismos infortunios para llegar a mi destino, pero veo con un poco de nostalgia esos viajes donde se forjaban relaciones, se conocía gente y donde nacían futuros proyectos.
Hoy es tan rápido que te subes en Buenos Aires, tomas la cena, ves una peli, te duermes y luego desayunas en Nepal. Así es la vida hoy, velocidad que no deja apreciar las sutilezas del viaje. Pero lo bueno es que siempre que prescindamos del helicóptero, podremos volver al ritmo natural de las cosas y experimentar un poco de la aventura que experimentaban nuestros colegas, unos treinta años atrás.
Deberás cruzar ríos, superar aludes en las rutas, y arriesgarte a quedarte sin combustible en el medio de la nada. Pero sabemos que las aventuras en las montañas se reducen cada vez más, los campos base tienen más y más confort: televisores, internet, calefacción, alfombras, y luces de led. No entiendo cómo aún la gente sale luego de ahí para intentar subir las montañas; pero la respuesta es fácil, los sherpas montan las tiendas, fijan cuerdas, y derriten agua para que esa gente que habitaba en esa burbuja, se vea tentada de disfrutar de las vistas que ofrece la montaña. Porque sólo eso queda hoy, la vista desde las tiendas. La experiencia , el esfuerzo de superarse y medirse en la montaña ya ha quedado atrás. Hoy sólo importa atesorar la cumbre, ya no importa el camino, ni los principios con los que das tus pasos. Hoy sólo interesa si tienes señal desde la cumbre para poder mandar una selfi.
Las aventuras se están terminando con los agigantados pasos que da la tecnología, con las imágenes en 3D de nuestro planeta, los drones sobrevolando los interiores de los volcanes, y los helicópteros que te arrojan y te buscan en los lugares más recónditos. No digo que todo tiempo pasado fue mejor, pero miro con cierta nostalgia los mapas con inmensas zonas en blanco y dibujos en lápiz que mostraban las rutas seguidas en las montañas. Me siento que hago trampa con tanta tecnología, asique me esfuerzo por prescindir de todo lo que puedo para medirme con medios justos ante los desafíos que me planteo, quiero saber de lo que soy capaz con mis manos, con mi cabeza y con mis pulmones, pero sé que la época de la exploración de las tierras ha quedado en el pasado, ahora la aventura duerme, sólo queda urgar en los rincones de nuestro ser, la última aventura que nos queda es apagar las luces que nos rodean y ver de lo que somos capaces de hacer con nuestra luz.
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