por Mariano Galván
El ESTILO es el conjunto de características o rasgos particulares que nos hacen diferenciar unos de otros, ya sea en la ropa que uses, en la música que escuches, en el tipo de comida que más te guste, en la forma de actuar frente a determinadas situaciones y en lo que estés dispuesto a sacrificar a la hora de cumplir un objetivo. Es por eso que creo que como seres pensantes e individuales, es importante conocer cuáles son esas cosas que queremos que nos caractericen, más allá de los logros en sí.
Cuando comencé a escalar, lo hice como un escape, como una actividad evasiva para romper la rutina, había algo que no me conformaba, la manera de vivir que se vende en todos lados, en cuotas, junto con las pantallas de LED, no era lo que yo quería. Hui cobardemente a las montañas, como un animal que se refugia de los cazadores. Con el tiempo la montaña me dio todo lo que andaba buscando, libertad y la oportunidad de ser yo mismo, de crear, de convertir el simple hecho de caminar en un modo de ver y vivir la vida. Me permitió andar de acuerdo a MIS valores y no en base a los valores de los demás o a los impuestos por la sociedad. Empecé a transitar una montaña diferente cuando me di cuenta que “más importante que la cima es el camino, y más importante que el camino son los principios con los que das tus pasos”, tal como luego fui capaz que expresar con mis propias palabras…
Porque de esa manera, cuando encuentras TU estilo, tu PROPIA, ÚNICA y PERSONAL forma de interpretar y valorar las cosas, es cuando se puede manifestar tu actividad creadora y se expresa tu propia naturaleza, tu filosofía de vida y tus sentimientos. Pero recuerda que no solo basta con hallarlo, sino que debes de tener el coraje de poder defenderlo, no para los demás, sino para que al momento de irte a dormir se dibuje en tu cara una sonrisa y no una mueca de hastío.
Ahí fue cuando mi escalada cambió. Comencé a ver que era posible transitar las montañas por primera vez a mi manera, de acuerdo a mis limitaciones, a mi entrenamiento, a mi nivel de entrega y compromiso para afrontar ese desafío que había comenzado como una idea inquieta en mi mente. Poco a poco fui forjando una manera única de recorrer empinados caminos, y me sentí pleno cada vez que completaba un trazado siendo coherente con mi manera de vivir.
Así es como uno puede lograr convertir el simple y ancestral hecho de caminar en algo único. Puedes usar la montaña como lienzo y tus huellas como pincel. Pero recuerda que la manera en que guíes esos pasos será lo que te defina como artista. De lo contrario, estarías actuando para los demás y traicionando tu propia conciencia. Muchas veces deseo coherencia entre actuar y pensar más que nada en el mundo.
Quizás eres de los que creen que el fin justifica cualquier medio, que está bien que un helicóptero te pueda llevar a escasos metros antes de la cima para sólo transitar esos últimos pasos, quizás eches mano de cuanto elemento artificial tengas para alcanzar la meta, o cualquier otro objetivo en tu vida. Tal vez para ti sea más importante el trofeo de la cumbre que el sabor de una jornada respetando tu sentir y tu manera de ver la vida. Tal vez para ti, la preocupación por el aplauso y el reconocimiento sea más importante que tu propio autoconocimiento.
Todas esas cosas definen tu estilo, tu manera de ver la vida. Todas ellas son válidas en la montaña, donde no hay jueces ni reglas. Eres tu propio juez y verdugo. Te criticarán por tus elecciones, pero poco importa. Serás tú el que permanezca libre o prisionero de comentarios, miradas y sentires. Cuando decidas transitar una montaña, recuerda tener bien presente qué es lo que te mueve y qué estás dispuesto a sacrificar en cada ascenso. ¿Observarás la belleza de tus huellas cuando voltees atrás ensimismado en tus pensamientos de libertad o mirarás si tu celular tiene señal para poder subir cuanto antes las fotos de la cumbre?
Cualquiera sea tu elección, hazla acorde a tu forma de sentir y vivir, todas las opciones son válidas. Finalmente es tu ESTILO el que deja una marca única en cada una de tus montañas… y ellas en ti.
Fuente Kóoch
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