Estábamos buscando (Martín Montero y yo – Gustavo Rodríguez) dónde ir a escalar y siempre surgía el mismo destino y al principio no lo vimos muy viable pero después de charlarlo y hablar con algunos amigos nos decidimos, era el paso que había que dar… Chalten Aguja Guillaumet…
… sacamos los pasajes y buscamos una vía que sea accesible y que esté en una aguja del macizo del Fitz Roy, la vía elegida fue la Comesaña Fonrouge, una vía de roca de 400 mts y grado máximo de 6 b+. Hasta el momento de viajar todo fue intriga, rogar que el tiempo esté bueno y entrenar todo lo que se pueda, para poder estar lo mejor preparado.
Llegamos a Chaltén el jueves 3 de diciembre a las 12 del mediodía, ya con la confirmación que la ventana de buen tiempo duraba sólo el 3 y el 4 de diciembre; previo paso por Parques Nacionales para registrarnos, ordenamos el equipo, compramos cosas de último momento y Juan un amigo y guía local nos dejó en el Río Eléctrico para comenzar a subir.
Creíamos que íbamos livianos pero después de caminar las dos horas y media hasta Piedra del Fraile, teníamos la certeza que si no dejábamos algo, lo que nos quedaba iba a ser muy duro. Alivianamos las mochilas lo más posible y comenzamos el ascenso hasta Piedra Negra, el lugar que sirve de campo base.
Aproximadamente a las 17 horas empezamos a subir y después de una durísima aproximación a las 21 hs llegamos a Piedra Negra, armamos la carpa, cenamos y descansamos hasta las 5 de la mañana del viernes que por suerte había amanecido frío pero despejado.
Desayunamos, nos equipamos con los grampones y el equipo de roca en la mochila de ataque y comenzamos la aproximación al pie de vía, después de caminar por el glaciar, un par de neveros y la última lengua de nieve llegamos al pie de vía.
Mientras que nos preparábamos para subir, nos fuimos dando cuenta de lo gigantesco que es ese lugar y lo chiquitos que somos, con cada paso hacia arriba fueron apareciendo nuevos glaciares, lagos, más y más montañas y el campo de hielo continental a lo lejos, un espectáculo increíble.
Comenzamos el ascenso y poco tensos por este bautismo patagónico, los primeros 4 largos se fueron sucediendo bien y todos tenían un paso técnico pero estético donde uno va tomando más confianza pero donde el cansancio se hace sentir.
En la salida del 4 largo creíamos atacarlo bien y después de probar por un sistema de fisuras un tanto podridas, decidimos que por ahí no transcurría la vía y que teníamos que buscar otra opción, mirábamos la hora y habíamos perdido mucho tiempo; al final salimos por la derecha un largo con muy poca protección pero fácil, la cual hace que físicamente la fatiga sea menos pero el stress mental es mucho mayor. Llegamos a la reunión y después de un largo más cortito estábamos debajo del largo que le da grado a la vía, el largo de 6b+.
Estábamos cansados y la hora para nuestra primer vía patagónica no era la mejor, eran casi las 17 hs., sabíamos que teníamos luz hasta las 21 hs. Pero los rapeles y el descenso hasta la carpa no iba a ser fácil. Después de debatir qué hacer decidimos bajar.
Los rapeles en roca no fueron una complicación seria, pero cuando nos calzamos las botas y quisimos bajar par la lengua de nieve, vimos que iba a ser casi imposible hacerlo al menos sin lastimarnos. Entonces no nos queda otra que rapelar por la nieve, lo cual es más lento pero mucho más seguro.
Llegamos a la carpa 21,30 hs y después de hidratarnos y comer algo, quedamos rendidos por el cansancio.
El sábado se acababa la ventana de buen tiempo así que nos levantamos a media mañana y después de desayunar y elongar un poco, desarmamos el campamento para bajar. El pronóstico decía que el sábado al medio día comenzaba el viento fuerte y así fue, a las 12 hs casi exacto comenzó el viento que nos acompañó hasta Piedra del Fraile, ahí reacomodamos el equipo y seguimos hasta el Río Eléctrico, donde con dos tandas de hacer dedo nos llevaron a Chaltén.
Lo que siguió fueron días de descanso y vías deportivas cerca de pueblo.
Aprendimos mucho y pudimos escalar mucho también, pero nos quedó ese sabor amargo por no terminar la escalada, pero por suerte ya estamos proyectando volver.
Gustavo Rodríguez
Atleta Garmont